Doctor en fisicoquímica molecular de la UNAB, emprendió una exitosa carrera en Estados Unidos que hoy lo tiene trabajando como químico nuclear en Oak Ridge National Laboratory, contribuyendo en avances para el tratamiento del cáncer, misiones de la NASA, reactores y energía nuclear.  

¿En qué estás actualmente?

Desde el pregrado empecé a hacer química computacional, que son simulaciones y cálculos para predecir la estructura y propiedades químicas de los especies moleculares y macromoleculares”. Luego, en el doctorado de fisicoquímica molecular, mis directores de tesis, Dayán Páez, junto a Ramiro Arratia, profesor retirado y emérito de la UNAB, me introdujeron a la química relativista, que se aplica en los elementos pesados de la tabla periódica. Yo no estaba muy familiarizado con estos, especialmente los elementos actínidos, porque en Chile no se trabajan, hay muy poca información en general sobre estos elementos y no te enseñan mucho en la universidad. Entonces, conocer a los profesores Dayán y Ramiro en el doctorado me ayudó a entender cómo estos elementos interactúan con el entorno químico y a saber más de sus propiedades.

A medida que aprendía más de este mundo siempre iba mirando hacia adelante y me decía: con esto se podrían hacer cosas más grandes, y en una conferencia, Ramiro invitó a un profesor de Florida State University, durante la conferencia él vio mi trabajo y me invitó a venir a Estados Unidos a conocer el laboratorio donde se utilizaban estos elementos. En ese momento me convencí de que se podía hacer más que química teórica y que la química de los elementos mas inestables o radioactivos de la tabla periódica era lo que quería seguir haciendo.

¿Te fuiste a EEUU?

Así es, estuve en la academia por casi seis años y me convertí en profesor de investigación en Florida State University. Me moví desde Florida a Colorado, Denver, donde estuve en Colorado School of Mines, y desde aquí, me reclutaron desde Oak Ridge National Laboratory (ORNL). Me llamaron hace un poco más de un año, me entrevistaron y me ofrecieron el puesto de radioquímico (químico nuclear) para el laboratorio de Oak Ridge, donde producimos y procesamos elementos que son únicos en el mundo para el beneficio de la humanidad.

Actualmente, estoy trabajando con el procesamiento químico de Prometio-147 (Pm-147), donde ORNL es el único lugar que lo produce en cantidades significativas. El Pm-147 es un emisor de partículas beta con una vida media de 2.62 años, se obtiene como subproducto de fisión en la producción de Plutonio-238 y que está siendo considerado para el mercado de baterías beta voltaicas. Dada la radiactividad significativa de las muestras, todo tiene que ser procesado en celdas protegidas contra la radiación y gloveboxes. Con la expertiz que hemos desarrollado junto al equipo de personas que tenemos acá, es posible separarlo y distribuirlo.

Además de Pm-147, también tengo otro proyecto donde estoy trabajando con Californio-249 (Cf-249), Curio-248 (Cm-248), y Americio-243 (Am-243).

Puedo decir que ahora estoy aplicando los conocimientos adquiridos en mi formación para dar una utilidad y beneficiar al mundo entero.

¿Cómo se beneficia al mundo entero a partir de estos proyectos?

El Prometio es uno de los tantos isotopos con las que nosotros estamos involucrados en el laboratorio. Yo recientemente empecé a trabajar con Prometio, pero también estoy involucrado en dos proyectos más. Uno de ellos involucra actinio-225 y torio-226, que se usa para la terapia de radiación alfa, que es el futuro del tratamiento que para el cáncer. Este elemento radioactivo tiene la ventaja de que ataca directamente la célula cancerígena, localizándola y destruyendo su ADN. No así la quimioterapia, que es invasiva y destruye tu cuerpo para matar el cáncer. A pesar de que son tratamientos complementarios, la terapia de radiación alfa tiene esa ventaja de ser mas especifica.

Es difícil obtener el Actinio-225 y nosotros lo procesamos en el laboratorio, pero también queremos conocer más de su composición, entonces, lo que estoy haciendo es predecir computacionalmente su comportamiento con diferentes agentes quelantes.

Otro de los proyectos importante que tenemos es la producción y procesamiento de Californio-252 (Cf-252), que se usa para múltiples fines incluyendo defensa nacional, partidor de reactores nucleares y en el mapeo de petróleo. Su producción requiere de casi un año de trabajo, ya que es necesario que se irradien los targets de Curio, luego se dejan reposar, para que decaigan todos los elementos extremadamente radiactivos, y finalmente procesarlo para extraer el Cf-252 y poder enviárselos a los clientes.

¿Cuántos años llevas en EE.UU., y cómo ha sido este cambio en lo familiar y laboral?

Llevo casi 6 años y medio. Yo soy bastante competitivo conmigo mismo, siempre he creído que, si uno se esfuerza, las cosas se van dando y uno tiene que aprovechar esas oportunidades. Esa fue una de las preguntas que me hicieron cuando estuve de visita en el doctorado en marzo. A veces creemos que no somos lo suficientemente buenos y no nos atrevemos, pero uno también va aprendiendo en el camino.

Me vine con mi familia, yo durante el doctorado tuve mi primer hijo, nos vinimos con él y ha sido una tremenda experiencia, nos gusta mucho acá, lo único difícil en un comienzo fue el idioma, pero el resto, ha sido todo muy positivo.

Volviendo un poco a tu paso por la universidad, ¿qué recuerdos tienes?
¿Cómo fue hacer el doctorado? ¿Hubo algún profesor que te marcara durante ese periodo?

Va a sonar super cliché, pero yo sentí que en el doctorado los profesores de verdad se esforzaban por enseñarnos y traspasar su conocimiento, eso me gustó mucho porque sentía que era personalizado. Hubo mucho compromiso de parte de ellos y se notó.

Con respecto a los profesores, Dayán y Ramiro, ambos se han transformado en amigos, mantenemos comunicación, conversamos a la distancia y siempre está esa retroalimentación en cuanto a ciencia.  Yo creo que los lazos que se generaron con ellos en el doctorado van mucho más allá de la relación profesor – estudiante, siempre hubo un compromiso real con nosotros. Ellos de verdad querían que sus estudiantes fueran exitosos, y eso se nota y es clave, porque es un programa de la UNAB que tiene muy buena empleabilidad.

Debo decir que, al irme de la Universidad de Chile, algunos consejos que recibí de otros profesores era que estaba cometiendo un error, pero ahora veo a la Andrés Bello, peleando los primeros lugares de las universidades de Chile y estoy feliz, porque me ofrecieron algo que no pudo ofrecerme la Universidad de Chile en su momento y donde estoy ahora, estoy haciendo algo único, con impacto mundial y que solo se puede hacer en ORNL.

Solo me queda agradecer infinitamente a todos los que fueron parte de mi formación.

Cristian, de todas las herramientas que te entregó la universidad, ¿cuál crees tú que es la que más te ha servido para desempeñarte en lo que hoy haces?

Yo diría que la UNAB te entrega un principio o un valor que es muy importante hoy y es la resiliencia, eso a nivel educacional a veces falla, he visto programas de doctorado en Estados Unidos y a veces falta. No digo que esté estrictamente ligado al doctorado de la UNAB, pero encuentro que es un valor que se traspasa muy bien en la Universidad.

Otra cosa que destaco es que no hay un límite para donde tú quieras llegar, la universidad está dispuesta a entregarte todo, siempre lo sentí y la UNAB nunca puso un freno a mi aprendizaje.

Para ir terminando, ¿de qué forma sientes que contribuyes tú a la sociedad y qué huella te gustaría dejar?

En el laboratorio estamos haciendo ciencia al más alto nivel, la competencia es tremenda, a los proyectos antes mencionado también te comento que hacemos el Plutonio-238 (Pu-238), combustible que se usa para las misiones de la NASA, entonces, tenemos que ver con misiones en el espacio, con el tratamiento para el cáncer, con reactores y energía nuclear.

En cuanto a mi huella, mi sueño es ser parte de una comisión que vaya a Chile a impulsar la energía nuclear, poder abrir el concepto de la energía nuclear, que es una energía limpia, con un tremendo potencial que usan los países del primer mundo y que Chile también podría tener, es mi anhelo y me encantaría formar parte de eso en algún momento.

Por último, traspasar mi experiencia al resto, que crean que pueden hacerlo, que no se necesita ser tan bueno, simplemente tener las ganas y hablar con la gente que corresponde, no tener miedo a hacer esos contactos y atreverse.

Seguir contribuyendo a la ciencia en el área radioquímica o de elementos pesados, y

expandir este conocimiento a Chile, aunque no sea un país con experticia en actínidos o elementos radiactivos. Yo soy chileno, con una formación 100% chilena y aquí estoy, dando la cara, orgulloso de mi formación y de cada uno de los profesores que influyeron en mi camino.