Egresado de una de las primeras generaciones de la carrera, hoy se desempeña como gerente de Personas del Banco Central de Chile. Su historia demuestra que la formación universitaria va más allá de los contenidos: es también una forma de mirar el mundo, de trabajar con otros y de encontrar sentido en cada etapa del camino.
¿Cómo llegaste a la universidad y por qué elegiste la UNAB?
La verdad es que mi historia tiene un comienzo bien particular. Yo entré primero a la Fuerza Aérea para ser piloto, pero finalmente no era lo mío. Me gustaba mucho psicología, así que empecé a investigar opciones y de las universidades privadas la UNAB destacaba por su infraestructura, sus profesores y por su innovador proyecto académico. Me dio confianza y hasta el día de hoy me alegra haberla elegido.
Recuerdo que había dos cursos más arriba que yo, así que fuimos de los primeros egresados de Psicología de la Facultad de Humanidades.
¿Cómo era la vida universitaria en esa época? ¿Qué recuerdos tienes?
Fueron mis mejores años, éramos pocos, así que nos conocíamos todos. La sede de República era como un patio chico. Compartíamos con estudiantes de otras carreras como Derecho, Periodismo, Comercial y Acuicultura entre otras. Se formaban lazos muy fuertes, y claro, también estaban las actividades extraprogramáticas y fiestas universitarias, psicología era una escuela muy apreciada y compartíamos trasversalmente con todas las carreras, lo pase muy bien.
Hasta el día de hoy, me he topado con excompañeros que son periodistas, abogados, he incluso algunos destacados animadores de TV. Nos saludamos como si no hubiesen pasado 30 años. Se creó algo muy parecido a una familia.
¿Qué vino después de la universidad? ¿Cómo fue tu inserción laboral?
Tuve buenos profesores que me entusiasmaron con el mundo del trabajo. Un día llamé directamente al gerente de Pizarreño y le pedí una oportunidad para hacer la práctica y ese fue el inicio. Me ofrecieron 50 mil pesos al mes y almuerzo, la verdad mi interés estaba por sobre cualquier compensación monetaria, solo quería tener la oportunidad de aprender y desarrollar mi carrera, fue una experiencia tremenda con buenos compañeros y un gran liderazgo de mi jefe de la época. No era solo lo técnico, era la actitud. Siempre he creído que el trabajo también se trata de eso: de estar siempre disponible el ir más allá de lo que te piden, y mirar el éxito del colectivo sobre el individual, además de renovar todos los días tu actuar el contrato profesional.
Estuve seis meses de práctica y ese gerente de RRHH me llevó a otra empresa. Así estuve en distintas posiciones, hasta que decidí prepararme para ser gerente. Estudié finanzas, contabilidad, temas laborales y en esa época digitalizarme los más posible, luego hice un magíster en Dirección de Personas, y luego a mis cortos 30 años se me presentó mi primera oportunidad gerencia de HR en Monsanto Chile una gran multinacional, hoy Bayer.
¿Cómo fue ese salto a la gerencia y a cargos más estratégicos?
Fue un crecimiento importante. En Monsanto partí como gerente de RRHH de Chile y terminé como director regional, a cargo de cinco países. Después de 7 años, seguí otro rumbo ya que por temas familiares no pude seguir una carrera internacional. Me fui a LG, una empresa coreana, donde aprendí muchísimo sobre resiliencia y diversidad cultural. Gané dos premios internacionales por prácticas de recursos humanos a nivel mundial, una por retención y otra por gestión Transcultural. Viajé a Corea, Europa y EE.UU. a presentar esos casos. Una experiencia increíble.
¿Cómo llegas a la minería?
Fue difícil al principio, porque el rubro es cerrado. Pero en BHP buscaba un perfil más estratégico en el mundo de relaciones laborales y encajé. Mi bienvenida en un rol de Relaciones laborales corporativo comenzó con la huelga en Escondida, duró 44 días. Una prueba de fuego muy compleja la cual pudimos sortear. Después de unos años me destinaron a operaciones en terreno para aprender cómo opera una mina, estuve a cargo de Cerro Colorado y Spence. Aunque fue enriquecedor finalmente la distancia de la operación afectó mi vida familiar, así que tomé una nueva oportunidad en Codelco, acá en Santiago en un rol Corporativo.
¿Cómo fue tu paso por Codelco?
Una gran experiencia de servicio país, demandante e intenso. Me tocó ser parte de una gran transformación en los temas de personas para toda la corporación. Mi rol corporativo fue centralizar procesos de reclutamiento para las 9 divisiones a través de la creación de un centro integrado de reclutamiento, formar el modelo de academia Codelco gestionando el presupuesto de formación de toda la corporación con el fin de optimizar y generar procesos de valor. Fue un desafío técnico de gran escala.
¿Cómo llegaste al Banco Central y qué haces actualmente?
Después de salir de Codelco, estuve en transición laboral por un tiempo. Asesoré a varias empresas mineras hasta que se presentó un proceso de búsqueda para la posición de gerente de personas en el Banco Central. Buscaban alguien con experiencia en el mundo público y con conocimientos en prácticas de personas en multinacionales. Tras un largo proceso, con varias entrevistas de la alta dirección de esta institución, fui seleccionado, tomando esta posición el pasado 1 de agosto del 2024. Hoy tras solo un año en rol puedo decir el orgullo que es el pertenecer a esta noble institución, con altísimo nivel profesional, integridad y gran propósito país.
¿Qué herramientas que aprendiste en la universidad te han acompañado a lo largo de tu carrera?
Además de lo académico, destaco el apoyo para insertarme laboralmente. Recuerdo conversaciones clave con profesores que me ayudaron a identificar mi camino. También aprendí a mirar las organizaciones como un gran paciente. Ese enfoque clínico lo adapté al mundo empresarial, para diagnosticar y entender las dinámicas organizacionales finalmente la empresa o institución.
¿Algún profesor o profesora que haya marcado tu formación?
Sí, el Dr. Gomberoff. Era brillante. Estuvimos con él en el hospital psiquiátrico que me dio esa mirada clínica que apliqué luego al mundo organizacional. También Rodrigo Lara y Rodolfo Sommer, quienes me inspiraron en el área laboral. Ambos me mostraron el impacto que podíamos tener como psicólogos en las organizaciones modernas.
¿Cómo sientes que contribuyes hoy a la sociedad desde tu profesión?
Por un lado, he podido ayudar a muchas personas en su transición laboral. A veces me dicen que debería cobrar por eso, pero lo hago como una forma de retribuir. He ayudado a amigos, conocidos y desconocidos a preparar entrevistas, armar su relato, entender cómo buscar trabajo para ellos. Por otro lado, desde lo institucional, tanto en Codelco como ahora en el Banco Central, siento que he aportado en los procesos que impactan al país, ya sea en eficiencia, y modernización.
¿Cómo ves a las nuevas generaciones en el mundo laboral? ¿Qué desafíos observas?
Veo que muchas veces falta “astucia laboral”. Hay mucha emoción, poca estrategia. Son generaciones con más privilegios, más capacidad de elección, pero con menor tolerancia a la frustración. Es más complejo encantarles y en ocasiones les falta habilidad para navegar los conflictos, reparar relaciones, colaborar más, además de la falta resiliencia. Y esas son claves hoy para el éxito profesional. Las universidades deberían entrenar más en eso: habilidades sociales, colaboración, trabajo en equipo real y resiliencia.
¿Cómo te proyectas a futuro? ¿Dónde te gustaría terminar tu carrera profesional?
Hoy estoy disfrutando el proceso de mi trayectoria. Me interesa tomar buenas decisiones laborales, estar en lugares que me hagan sentido ético y profesional. A futuro, me gustaría explorar más el mundo académico, quizás hacer clases, ser mentor. Compartir lo que he aprendido y aportar a las nuevas generaciones en resumen soy un agradecido de Dios y de las personas que me ayudaron en mi camino profesional y por supuesto mi universidad de origen y eso se agradeceré retribuyendo.